Memoria y premiación: el galardón para un meritorio joven haitiano en Melipilla

Memoria y premiación: el galardón para un meritorio joven haitiano en Melipilla

El joven John César, que empezó a estudiar desde hace seis años, en la Escuela Básica Carmen Bajo, de Melipilla se hizo acreedor al premio de la Fundación Roberto Hernández Cornejo.

El 18 de diciembre de 1877, Roberto Hernández Cornejo, nació aquí en Melipilla. Sus primeras impresiones de vida las tuvo en la plaza del pueblo, pues la casa familiar se ubicaba en la vereda norte, en el mismo lugar donde hoy se encuentra la tienda Hites. Los Hernández Cornejo eran vecinos con la familia Serrano Montaner. Por eso una de las primeras investigaciones históricas de Roberto fue sobre la figura heroica de Ignacio Serrano. En las páginas de periódicos «La Constitución», «El deber» y «La Unión» de Melipilla, de 1894 a 1902, la Biblioteca Nacional conserva los primeros artículos de este autor local.

Vendrán luego grandes tareas.

Roberto Hernández honra las letras de Chile con sus escritos. Para Melipilla, motivo de legítimo orgullo, estímulo de tradición y cultura, memoria y desafíos. Corresponde a él la forja tesonera de autodidacta hasta el saber erudito, reconocido por la Real Academia de Historia de Madrid, España, en 1921. Seguirá la Academia Chilena de la Lengua, que lo hizo también parte suya en 1940.

El periodista audaz del diario «El Chileno», en Santiago y Valparaíso, desde 1902 hasta 1915, llega a ser fecundo escritor.

A contar de 1915, redactor de crónicas históricas en el diario «La Unión» del puerto, hasta 1954. Además, desde 1917, Hernández trabaja en la Biblioteca Pública Departamental de Valparaíso. Del nuevo edificio construido, del que fue inspirador, será conservador y director hasta 1953, biblioteca que adopta el nombre de Santiago Severin, el benefactor. Entre tanto, hay que decir que Hernández publicó 28 libros y dejó varias obras inéditas. Muchos estudios y artículos sobre Melipilla, sus tradiciones y «pasado histórico».

Breves pincelazos sobre Roberto Hernández avivan la memoria y hacen consciente las raíces de Melipilla.

La Fundación pone en valor y divulga la vida y obra de este autor que mantuvo durante su larga vida el vínculo a la «tierra natal». Una de sus iniciativas, es el «premio Roberto Hernández», que, desde el año pasado, en coordinación con la Municipalidad, se confiere en la Escuela Básica Carmen Bajo, de Melipilla, pues también se otorga en establecimientos públicos de Valparaíso y Talca.

El premio “Roberto Hernández” honra la memoria y estimula el empeño, reconociendo los esfuerzos actuales de superación y crecimiento. Así, la Fundación, al fin del ciclo básico, entrega a la o el estudiante este premio, por destacar en el saber y el servicio. Este año, correspondió a un hijo nacido en Haití, arraigado hace seis años en la escuela.

La educación no consiste únicamente en el cumplimiento de planes y programas aplicado a los alumnos. Educar es ofrecer condiciones de desarrollo integral y guía, pues implica abrir los campos de la mente, fortalecer la voluntad y cultivar el sentir de inquietudes de los estudiantes, para despertar la curiosidad por el mundo y fortalecerlos en las capacidades de gustar el saber, interrogar y servir a la sociedad. La comunidad escolar de Carmen Bajo es dirigida por la profesora Beatriz Loyola Hernández. Según ella, la labor educativa consiste en «mantener el espíritu de trabajar por y para nuestros niños». Es que son ellos lo más valioso. Y agrega con acierto: «en un mundo donde ellos ven violencia y egoísmo… entregamos una pedagogía desde el amor, porque creemos que el amor es el motor para generar cualquier cambio». Como puede advertirse, una teoría simple y práctica pedagógica muy lúcidas y significadoras de vida.

Ese espíritu rodeado de cariño es el que vivió y en el que creció estos años John César, galardonado con el premio “Roberto Hernández Cornejo” 2024, en Melipilla, al egresar de la enseñanza básica, tras cumplir su octavo año. El joven estaba agradecido. Pero también conmovido, pues le tocaba partir de la Escuela que lo cobijó, en compañía de educadores esclarecidos. Además, fue premiado por la asistencia e hizo de abanderado de la Escuela. Pues bien, este joven, desde una desvalida situación humana enfrentó la educación de sí mismo con dedicación y nobleza. Tal es el reconocimiento de la comunidad y la Fundación.

En el curso mixto de 20 estudiantes, John sobresalía por su altura. Recibió de nuestras manos el diploma y los libros en el acto solemne de licenciatura de octavo año. Estaban allí presentes, autoridades de la comuna, encabezadas por la alcaldesa Paula Gárate, la directora del establecimiento, Beatriz Loyola, el cuerpo de profesores y asistentes de la educación, los padres, familiares y apoderados e invitados especiales, como Raúl González, presidente del Colegio de Profesores y el encargado de la Biblioteca Pública Municipal, Jorge Facuse.

Fue una jornada preparada con delicadez, una fiesta de memoria y de premiación, con un ambiente cálido y con bellas expresiones artísticas, de sentidos discursos y despedidas, acto que concluyó con el llamado al curso según lista de Lorena Loyola Valladares, profesora jefa. Conforme los nombraba ella, los jóvenes iban saliendo del recinto a emprender los nuevos rumbos que les espera.

Entre ellos, nuestro galardonado, John César…